martes, 13 de septiembre de 2011

Son ganas

La primera vez que pude y tuve la ocasión de hablar contigo nunca pensé que fuese a pasar algo entre tú y yo, tampoco tuve la necesidad ya que nunca me había fijado atentamente en ti. Siempre había pensado que tenías algo de atractivo pero no llegué a pensar que pasaría nada entre nosotros porque te veía inalcanzable o directamente no veía un día íntimo contigo. Y creo que tú pensarás lo mismo. Pero gracias a un pequeño dibujo y sin quererlo ni pensarlo ya estabamos hablando como si nos conociesemos de hace tres o cuatro años, pero en realidad solo nos habíamos visto un par de veces. Empezamos a hablar, conversaciones de cofianza máxima, comenzamos a hacernos preguntas . . . en una de ellas supe que tú querías pasar un fantástico día conmigo, que así fue. Dijimos de quedar, quedamos, rompimos el hielo con un beso tierno y sincero, los nervios se notaban por mí parte. Te pedí que me llevases a un sitio bonito, aunque me daba realmente igual si tú estabas a mi lado. Esa tarde fue estupenda, magnífica, fantástica, especial, romántica y un poco erótica. No podía separarme de ti, dejar de oler tu perfume en tu cuello, dejar de mirarte a los ojos que me decían tantas cosas incluso veía un pequeño brillo. Al finalizar la tarde-noche me llevaste a casa me despedí con un beso, aunque no quería irme y dejarte. Eran las tantas de la noche y seguimos hablando por chat, nos pusimos la cam no paraba de mirate, se me escapaba la típica sonrisa tonta, terminamos de hablar y sin yo imaginarmelo me llega un sms al móvil, lo leí y me sorprendí porque nadie me había enviado ese sms en la vida. Al día siguiente yo salí de fiesta, tú también te fuiste de fiesta a casa de una amiga con más amigos, nos enviamos sms para saber que haciamos. Pasa el tiempo, la noche, yo estaba bailando en la discoteca cuando me dio por mirar el móvil y ví un sms tuyo que me decía: -Salte a la puerta . . . Tarde nada y menos en salir a la puerta para ver si era verdad que estabas ahí, no dije a nadie que salía, cuando salí y mire a mi alrededor te ví ahí parado y esperando, te besé nos fuimos a otro sitio para estar nosotros solos sin ruido. Esa noche fue inolvidable también, lo que recordé al día siguiente me hacía gracia. Pasaron los días, tú te fuiste de viaje por cosas profesionales, hablabamos de vez en cuando. La última semana que tenías de vacaciones te fuiste con la persona con la que tienes una relación pero me decías que deseabas venirte pronto para verme. Al venir, no sé que pasó pero las cosas cambiaron. Las ganas de verte eran EXAGERADAS, tenía la necesidad de estar contigo, de besarte de oír tu voz . . . pero algo cambio, me dijiste que tenías problemas con tu pareja, que querías esperar a ver si todo se calmaba para tomar una decisión y yo para ahorrarte tiempo te dije que no hacía falta que pensaras nada, que arreglases las cosas que tenías mal que prefería tu felicidad a la mía.
Mentí, lo estropeé, pensaba que al decirte eso, me sentiría mejor conmigo mismo pero no fue así, me sentía peor con ganas de decirte que no solucionaras nada que te vinieras conmigo entonces te lo dije, y tú me dijiste que no querías hablar estas cosas por chat, a día de hoy sigo esperando verte aparecer por la calle y que me digas que tenemos que hablar, aunque sean malas noticias pero solo por oír tu voz ya soy un poco más feliz. Y este mismo instante tengo ganas de besarte la boca, abrazarte, oler tu perfume que me estabiliza y me da tranquilidad. Porque son GANAS

No hay comentarios: