domingo, 13 de abril de 2014

Máscaras

Hasta la armadura más perfecta que pueda existir tiene una flaqueza, toda muralla tiene su punto débil, hasta el guerrero en el guerra de Troya, Aquiles, tenía su handicap.
Por todas aquellas veces que queremos protegernos de algo para que no nos dañe, para que no nos haga arrodillarnos ante la vida, nos ponemos una armadura, amurallamos nuestro frágil y buen corazón, nos enmascaramos para no mostrar ese punto en el que somos vulnerables ante cualquier ataque.

Guardamos todo tipo de recuerdos que algún día fueron buenos y echamos la llave para que nunca más se vuelva a abrir, pero al estar tanto tiempo encerrados pueden volverse oscuros y perjudiciales para nosotros mismos. Porque es como la caja de Pandora. Pero siempre hay algo que abre esa "caja" en la que encerramos todos nuestros recuerdos, unidos de emociones, sentimientos, palabras que nunca dijimos, pensamientos... Y hasta la canción más bonita que puedan crear puede hacer que esa caja se resquebraje y esos sentimientos, emociones guardadas durante tiempo salgan a la luz todas de golpe.

Vivimos en un mundo de desconfianza y de miedos, y pienso que el mayor miedo que pueda existir es el de que tus propios sentimientos y emociones sean tan fuertes que puedan llegar a destruirte, a destruir esa mascara y todos vean cual es tu vulnerabilidad. Y la desconfianza la tenemos al creer que cuando esos sentimientos o emociones salgan a la luz, cualquier persona pueda cogerlos y utilizarlos en su beneficio, y por desgracia para dañarte.

Mirándolo desde una perspectiva más neutral, si no hubiera miedos, desconfianza, sentimientos, emociones y máscaras, ¿qué sentido tendría nuestra vida?